Lugar: Teatro Amaia de Irun
Día: Sábado, 27 de junio de 2009
Hora: 19,00
FICHA ARTÍSTICA:
Pilar Mezzosoprano Carmen Aparicio
Jesús Tenor Rafael Lledó
Timoteo Tenor Enrique del Portal
Antonia Soprano Marta Moreno
El Sargento Actor Lorenzo Moncloa
Pascualín Cantante Carlos Crooke
Tío Isidro Bajo Luis Bellido
Vicente Cantante Angel Castilla
Orquesta Antología
Coros Luis Mariano
Coreografia Cristina Guadaño
Dirección Escénica Luis Ramallo
Dirección Musical José Antonio Irastorza
FICHA TÉCNICA:
Regidor de Escena Narciso Tenorio
Diseño Luces Alejandro Docarmo
Iluminación Kip Halley
Vestuario Antología SL / N. Gutiérrez
Sastrería Inmaculada Gutiérrez / Remy Fontanillas
Atrezzista Mateos / Esperanza Ruiz
Maestro Repasador Miguel Ángel Arqued
Producción Nieves Fernández de Sevilla / José Antonio Irastorza
Organización General Asociación Lirica Luis Mariano
Escenografía Carlos Carbalho
Transporte José María Hernández
Distribuidora María Jesús Sevilla
ARGUMENTO:
Acto Único
Cuadro Primero:
La plaza del mercado en Zaragoza. Al comenzar la acción, Antonia y Juana, enfrascadas en una sonora disputa, han llegado finalmente a las manos. Algunas mujeres intentan separarlas, pero la acusación de robo, hecha por Juana a Antonia, vuelve a avivar una disputa que zanja definitivamente el tío Isidro. Antonia se reintegra a su puesto de venta de verduras, entre los comentarios de las mujeres que alaban su carácter alegre, pese a su mal genio.
Timoteo, con su uniforme de guardia municipal, informa a las vendedoras que va a aprobarse un nuevo arbitrio, levantando por ello sus más airadas protestas.
Aparece Pilar y se confía a Antonia: hace más de seis meses que no tiene carta de su novio que está en la guerra. El tío Isidro regaña a Pilar por haber abandonado sus quehaceres y Antonia, de nuevo, se mete en porfía, con su clientela. Timoteo quiere intervenir, pero se echa atrás porque Antonia es su esposa. Entra el Sargento buscando con la mirada a Pilar de quien está enamorado.
Regresa Pilar con una carta en la mano. Está segura de que es de su novio, pero no sabe leer y la ansiedad la domina. Pascual, un joven serio y trabajador que la quiere con pasión, se ofrece a leérsela, a pesar de los celos que siente. En la carta, el novio de Pilar, Antonia, pero Timoteo, al ver a su esposa en tal coyuntura, se pone de parte de las alborotadoras. El cuadro termina con las mujeres, atrincheradas entre sus carros de venta y asegurando que si ellas mandaran otra cosa sería el mundo.
Cuadro Segundo:
Al lado del río, viéndose al fondo Zaragoza con sus torres y cúpulas, pasa Timoteo, a quien han cesado de su cargo, y Pascual que van de pesca. Entra un grupo de repatriados, que regresan derrotados en la guerra. Entre ellos, se encuentran Jesús, el novio de Pilar y su amigo Vicente. Todos lamentan el tiempo que estuvieron ausentes y la alegría de reencontrarse con su ciudad, que tanto aman.
Cuadro Tercero:
En la plaza del Pilar, el Sargento encuentra a Jesús que le dice que viene a casarse con su novia. El Sargento dolido se inventa la historia de que Pilar ya es la esposa de un rico indiano, que hizo su fortuna en México. Pero, aragonés hasta la médula, Jesús afirma que ha vuelto para casarse con Pilar y lo hará, aunque tenga que matar a su rival. Una vez que los dos entran en la basílica, aparecen un grupo de baturros que vienen desde Calatorao en peregrinación a ver a la Pilarica. Llegan Pilar y Antonia y tras ellas los cabezudos persiguiendo a la chiquillería, y luego los gigantones, al son del tamboril y la gaita. Pese a encontrarse triste, Pilar, en medio del baile y la fiesta, es capaz de entonar una briosa jota.
Poco tiempo después, Pilar ha creído oír en el interior del templo la tos de Jesús, que antaño les servía de contraseña. Sospecha que el Sargento la está engañando y le tiende una trampa. Le da a leer la carta que recibió de su novio. El Sargento cambia el texto a su favor, inventando una posdata en la que Jesús recomienda a Pilar que se case con él precisamente, quemando luego la carta. Pilar reacciona violentamente al descubrir la engañifa y el Sargento, arrepentido, regresa con Jesús dejando para siempre tranquila a la pareja. Los enamorados se abrazan. Han vencido en su empeño, comentando que “todos los aragoneses, seamos tercos, seamos rudos, Gigantes y Cabezudos”.